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martes, 7 de octubre de 2014

Viaducto de Gokteik

Este viaducto se encuentra a 100 kilómetros de Mandalay y une las localidades de Pyin Oo Lwin con Hsipaw. Mide casi 700 metros de largo y tiene una altura máxima de 300 metros, aunque la parte visible varia según el caudal del río.


Pasar en tren por este tramo de vía era uno de mis momentos más esperados en Myanmar, estoy seguro de que nunca vamos a olvidar este trayecto, fue muy peculiar.

Nos levantamos antes de lo habitual para desayunar tranquilamente. Los billetes se compran el mismo día, y queríamos estar una hora antes en la estación de trenes porque habíamos leído que era conveniente llegar cuando abren las taquillas para poder elegir asiento. No hace falta ser tan exagerados, con un rato antes es suficiente.


El único tren que llega a Hsipaw con destino Mandalay lo hace, teóricamente, a las 9:25 h y parte a las 9:40 h. En nuestro caso se retrasó una hora, así que cuando salimos ya llevábamos 2 horitas dando vueltas por la estación.

Para evitar un viaje tan largo, aprendiendo del Jungle Train de Malasia, y viendo que el motivo de coger el tren es pasar por el viaducto de Gokteik, decidimos que nuestro destino fuese Pyin Oo Lwin. Visto lo visto, fue una decisión acertada. En Myanmar, si el único fin es viajar de un punto A a otro B, es mucho mejor hacerlo en autobús, son mucho más rápidos y fiables. Tened en cuenta que si haces el trayecto en dirección Mandalay, como nosotros, los mejores asientos son de la derecha, se ve mucho mejor el paisaje, y sobre todo, el viaducto de Gokteik.

Nos habían contado otros viajeros que cada vez que coges un medio de transporte te piden el pasaporte para tenerte controlado. A nosotros, ésta fue la primera y la única vez que nos pasó.


Existen dos tipos de billete, ordinary; el que elegimos nosotros, y upper. En ordinary los asientos son de madera, es lo malo, pero a cambio tienes la oportunidad de viajar junto a toda esa gente maravillosa que te sonríe, saluda y habla. En esta clase, prácticamente no viaja ningún extranjero, y además del precio (1.200 MMK), tiene otra característica que la hace aún mejor; las ventanas. Se pueden abrir hasta la mitad, lo que facilita enormemente hacer fotos al exterior, el único problema es que el tren, a medida que avanza, va podando las hojas que hay a los lados y algunas te entran dentro. En upper, el ticket cuesta prácticamente el doble, la parte de debajo de las ventanas es un cristal fijo y solo viajan extranjeros, eso si, los asientos son acolchados. 

Vagón de ordinary
Cuando subimos al tren, debajo de nuestros asientos vimos unos tablones de madera, que bajo nuestra ignorancia, pensamos que eran travesaños de las vías, tampoco le dimos demasiada importancia, así que nos sentamos y pisamos sobre ellos. Al cabo de media hora de viaje, el tren se para, se nos acerca un hombre y nos pide por favor que nos levantemos, todo esto traducido por un pasajero muy majete que nos acompañaría todo el viaje. Nuestro nuevo amigo era un poco raro; llevaba puesta una chupa de cuero con forro de borrego y se secaba constantemente el sudor con una toalla que llevaba al cuello (normal, deberíamos estar a mas de 30º. Nosotros con pantalón corto y camiseta corta estábamos asados…). Dos chavales empezaron a lanzar los travesaños por la ventana, tenían pinta de pesar una tonelada! No entendemos muy bien porque lo hicieron, pero en unos minutos volvieron a subirlos al tren y ponerlos justo donde estaban. 


El tren se balancea muchísimo, tanto que en cada instante piensas “en ésta descarrilamos!!!” Hay momentos en los que se mueve más de derecha a izquierda de lo que avanza. Por no hablar de las tropecientas veces que para y los descansos de 20 minutos que se toma.

 
El viaje es bastante entretenido, bonitos paisajes entre arrozales, maizales y vegetación. En cada parada, sube gente que vende comida y bebida, llevan de todo! Siempre acabamos comprando cosas que no tenemos ni idea de que son ni a que sabe, pero esa es la gracia, probarlo todo. Tenemos la costumbre de usar una bolsita como basura, vamos metiendo todos los envoltorios y restos dentro y cuando encontramos una papelera, algo difícil, lo tiramos. Pues estábamos sentados en el tren y Amparo metió algo en la bolsa-basura, hizo un nudo y la dejó a sus pies, un hombre se nos acercó e hizo un gesto como de “dame la bolsa que ya me encargo yo de ella”, Amparo se la dio pensando que habría algún sitio para tirarla al final del vagón que no habíamos visto, pero el hombre ni corto ni perezoso la lanzó por la ventana. Vimos la bolsa salir volando, a cámara lenta como en las películas, si hubieses visto la cara de Amparo… descompuesta. 


Dos horas más tarde, en una de las paradas, notamos como el tren avanza un poco y luego retrocede, avanza y retrocede. De repente, vemos como un montón de gente, entre ellos Versus, está esperando en el arcén. Bajamos a ver que ocurría, la cosa iba para largo así que nos compramos dos paquetes de pipas y echamos allí la mañana. De los 5 vagones con los que partimos han decidido desprenderse de 3, los de upper class. No sabemos el motivo, imaginamos que por cuestiones técnicas, solo hay que verlos!! Una hora más tarde, y con los pasajeros de cinco vagones recolocados en los dos vagones de ordinary, proseguimos nuestro lento y oscilante camino.

Para no aburrirnos, poco después el tren comenzó a aminorar la marcha, más si cabe, hasta detenerse en medio de la nada. Un tren que venía en sentido contrario había descarrillado! Solo hay una vía para las dos direcciones y nuestro tren no puede avanzar, no sabemos que pasa por que no entendemos lo que dice el revisor, pero el coleguita de la chupa nos resume; hay que bajar lo antes posible. La gente empezó a lanzar sus cosas por la ventana, así va todo más rápido. 


Una vez bajo empezamos a andar, cargando con tus pertenencias, por en medio de las vías y campos de trigo hasta el otro lado del tren descarrilado para esperar a que vengan a recogernos … menos mal que habían segado un pequeño camino para poder pisar. En ese momento comprobamos que los abueletes y abueletas son iguales en todo el mundo, siempre se quieren colar.


Vagón descarrilado

Entre los pasajeros había policías y militares que transportaban baúles enormes y armas, se las pasan de unas manos a otras como si fuera un balón. Toma! qué va pallá!!!

Al cabo de pocos minutos, vimos como se acerca la locomotora que venía a rescatarnos, solo traía un vagón y salían algunas cabezas por sus ventanas. De 5 vagones habíamos pasado a 2, ahora solo hay 1 y viene con gente! la probabilidad de ir cómodos se reduce considerablemente. Vale, solo queda meter el codo para que esa abuelilla listilla no se cuele y conseguir entrar de los primeros. 


Mientras tanto, del nuevo vagón empezaron a lanzar travesaños por la ventana otra vez, no sabemos que perra les ha dado!!! Conseguimos asientos para los tres, como era de esperar, el vagón está a reventar y hay gente de pie. Los militares seguían subiendo y bajando armas con poco miramiento, en el recorrido que hacían desde la ventana al suelo nos apuntaban a todo el vagón. Daba bastante miedo ver que las trataban como sacos de patatas, queremos pensar que iban descargadas, aun así se nos cortaba la respiración cada vez que nos apuntaban.

A nuestro lado, un hombre cambiaba sobres de correo de una valija a otra, se me ocurrió hacerle una foto. Cuando se giró y me pilló haciéndola, un rotundo “NO” salió de su boca y me cagué encima. Luego se quitó la chaquetilla y comprobamos, por sus galones, que era un militar de alto rango. Aquí vimos el respeto o miedo que le tiene la gente a los militares; el tren estaba hasta arriba, pero cuando él llegó al vagón no hizo falta que dijera nada, se levantaron para cederle el asiento.

 
Un buen rato de espera después (a estas alturas llevábamos 5 horas de retraso), con todos arriba, los bártulos recolocados y nuestro amigo con la chaqueta de borrego puesta (venga a sudar y venga a decir el calor que hacía), parece que ya era el momento de emprender la marcha hacía el viaducto, pero todavía quedaban más sorpresas. 

Amigo sudoroso
El tren que había venido a recogernos, ahora tenía que empujar el vagón en dirección contraria, no quedaba otra que ir marcha atrás. Como hemos explicado antes, solo hay una vía y es imposible cambiar la locomotora de sentido

Un hombre iba enganchado en la parte delantera del vagón, agitaba una bandera verde para indicar al maquinista durante el trayecto, éste, sacaba la cabeza por la ventana para seguir las indicaciones. De esta guisa, atravesamos el viaducto de Gokteik; es muy impresionante por la altura, y las condiciones nefastas del tren te hacen dudar de la seguridad de este trayecto, si encima le sumamos la cantidad de personas que vamos hacinadas dentro de un vagón y que vamos marcha atrás, se convierte en la aventura más arriesgada de todo nuestro viaje. No, nunca vamos a olvidar esta vivencia. Es impresionante y merece mucho la pena!.



Nuestro maquinista sacando la cabeza para ver las indicaciones
Cuando ya empezaba a anochecer llegamos a la siguiente estación, paramos para cambiar de sentido la locomotora. Versus y Amparo se bajaron a estirar las piernas, de repente el tren arrancó y gritaban que subieran todos! Amparo salió corriendo y saltando para engancharse al vagón en marcha perdió una sandalia, menos mal que Versus venía por detrás y pudo recuperarla.

Totalmente de noche, cuando creíamos que ya iríamos directamente a Pyin Oo Lwin, todavía quedaba una última parada; nos hicieron cambiar otra vez de tren. Entre tanto cambio, como nos vieron extranjeros nos dijeron que pasáramos a los vagones de upper, estábamos hasta los h… nos hicimos los despistados y subimos al vagón. Un revisor, que iba borrachísimo, nos pilló y entre risas y balbuceos nos dijo que nos quedáramos.

Enfrente de nosotros, estaban sentados 4 hombres vestidos con uniforme de la empresa ferroviaria, no hacían mas que beber whisky a pelo de una petaca de cristal, cuando se la terminaron la tiraron por la ventana. Uno de ellos intentó levantarse, pero llevaba tal pedo que no consiguió dar ni un solo paso, se tuvo que volver a sentar y se durmió.

El vagón tenía tanta mierda por dentro que había hasta ratones corriendo entre nuestras piernas, vimos un par de ratoncillos pero luego pasó una señora rata, estabamos mejor en ordinary... Para conseguir ese grado de suciedad hay que poner mucho empeño, no vale con dejarlo y ya está, hay que esforzarse para que toda esa mugre se quede fija, es algo difícil de explicar. Intentando no tocar ni apoyarte demasiado y con las piernas en alto, recorrimos las últimas 3 horas del viaje. Llegamos, por fin, a las 23:15 h. Lo que iba a ser un trayecto de 6 horas y media, acabó siendo de 14 horas. Fue una paliza, pero la verdad que estuvo muy entretenido.


¿Cómo llegar? El recorrido del tren es Mandalay – Pyin Oo Lwin – Viaducto de Gokteik – Hsipaw

Lo normal es ir en autobús desde Mandalay hasta Pyin Oo Lwin o Hsipaw, y desde allí coger el tren hasta el otro punto. Nosotros optamos por ir en autobús hasta Hsipaw, coger el tren en dirección Mandalay pero bajando en Pyin Oo Lwin. Puedes hacer todo el trayecto en tren y obviar el autobús pero tiene una duración oficial de unas 13 horas, teniendo en cuenta que siempre se retrasa, lo normal es que se convierta en 16 horas ó 20 horas ó 3 días… es innecesario. 


GASTOS EN EL VIADUCTO DE GOKTEIK (siempre hablamos de dos personas):
Transporte: 3.900 MMK
Comida+agua: 2.400 MMK
Total: 6.300 MMK –  4,85€ por 1 día


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