Este viaducto se encuentra a 100 kilómetros de
Mandalay y une las localidades de Pyin Oo Lwin con Hsipaw. Mide casi 700 metros
de largo y tiene una altura máxima de 300 metros, aunque la parte visible varia
según el caudal del río.
Pasar en tren por este tramo de vía era uno de mis
momentos más esperados en Myanmar, estoy seguro de que nunca vamos a olvidar
este trayecto, fue muy peculiar.
Nos levantamos antes de lo habitual para desayunar
tranquilamente. Los billetes se compran el mismo día, y queríamos estar una
hora antes en la estación de trenes porque habíamos leído que era conveniente
llegar cuando abren las taquillas para poder elegir asiento. No hace falta ser
tan exagerados, con un rato antes es suficiente.
El único tren que llega a Hsipaw con destino
Mandalay lo hace, teóricamente, a las 9:25 h y parte a las 9:40 h. En nuestro
caso se retrasó una hora, así que cuando salimos ya llevábamos 2 horitas dando
vueltas por la estación.
Para evitar un viaje tan largo, aprendiendo del
Jungle Train de Malasia, y viendo que el motivo de coger el tren es pasar por
el viaducto de Gokteik, decidimos que nuestro destino fuese Pyin Oo Lwin. Visto
lo visto, fue una decisión acertada. En Myanmar, si el único fin es viajar de
un punto A a otro B, es mucho mejor hacerlo en autobús, son mucho más rápidos y
fiables. Tened en cuenta que si haces el trayecto en dirección Mandalay, como
nosotros, los mejores asientos son de la derecha, se ve mucho mejor el paisaje, y sobre todo, el viaducto de Gokteik.
Nos habían contado otros viajeros que cada vez que
coges un medio de transporte te piden el pasaporte para tenerte controlado. A
nosotros, ésta fue la primera y la única vez que nos pasó.
Existen dos tipos de billete, ordinary; el que
elegimos nosotros, y upper. En ordinary los asientos son de madera, es lo malo,
pero a cambio tienes la oportunidad de viajar junto a toda esa gente
maravillosa que te sonríe, saluda y habla. En esta clase,
prácticamente no viaja ningún extranjero, y además del precio (1.200 MMK),
tiene otra característica que la hace aún mejor; las ventanas. Se pueden abrir
hasta la mitad, lo que facilita enormemente hacer fotos al exterior, el único
problema es que el tren, a medida que avanza, va podando las hojas que hay a
los lados y algunas te entran dentro. En upper, el ticket cuesta prácticamente
el doble, la parte de debajo de las ventanas es un cristal fijo y solo viajan
extranjeros, eso si, los asientos son acolchados.
Vagón de ordinary |
Cuando subimos al tren, debajo de nuestros asientos
vimos unos tablones de madera, que bajo nuestra ignorancia, pensamos que eran
travesaños de las vías, tampoco le dimos demasiada importancia, así que nos
sentamos y pisamos sobre ellos. Al cabo de media hora de viaje, el tren se
para, se nos acerca un hombre y nos pide por favor que nos levantemos, todo
esto traducido por un pasajero muy majete que nos acompañaría todo el viaje. Nuestro
nuevo amigo era un poco raro; llevaba puesta una chupa de cuero con forro de
borrego y se secaba constantemente el sudor con una toalla que llevaba al
cuello (normal, deberíamos estar a mas de 30º. Nosotros con pantalón corto y
camiseta corta estábamos asados…). Dos chavales empezaron a lanzar los
travesaños por la ventana, tenían pinta de pesar una tonelada! No entendemos
muy bien porque lo hicieron, pero en unos minutos volvieron a subirlos al tren
y ponerlos justo donde estaban.
El tren se balancea muchísimo, tanto que en cada
instante piensas “en ésta descarrilamos!!!” Hay momentos en los que se mueve más
de derecha a izquierda de lo que avanza. Por no hablar de las tropecientas
veces que para y los descansos de 20 minutos que se toma.
El viaje es bastante entretenido, bonitos paisajes
entre arrozales, maizales y vegetación. En cada parada, sube gente que vende
comida y bebida, llevan de todo! Siempre acabamos comprando cosas que no
tenemos ni idea de que son ni a que sabe, pero esa es la gracia, probarlo todo.
Tenemos la costumbre de usar una bolsita como basura, vamos metiendo todos los
envoltorios y restos dentro y cuando encontramos una papelera, algo difícil, lo
tiramos. Pues estábamos sentados en el tren y Amparo metió algo en la
bolsa-basura, hizo un nudo y la dejó a sus pies, un hombre se nos acercó e hizo
un gesto como de “dame la bolsa que ya me encargo yo de ella”, Amparo se la dio
pensando que habría algún sitio para tirarla al final del vagón que no habíamos
visto, pero el hombre ni corto ni perezoso la lanzó por la ventana. Vimos la
bolsa salir volando, a cámara lenta como en las películas, si hubieses visto la
cara de Amparo… descompuesta.
Dos horas más tarde, en una de las paradas, notamos
como el tren avanza un poco y luego retrocede, avanza y retrocede. De repente,
vemos como un montón de gente, entre ellos Versus, está esperando en el arcén.
Bajamos a ver que ocurría, la cosa iba para largo así que nos compramos dos
paquetes de pipas y echamos allí la mañana. De los 5 vagones con los que
partimos han decidido desprenderse de 3, los de upper class. No sabemos el
motivo, imaginamos que por cuestiones técnicas, solo hay que verlos!! Una hora
más tarde, y con los pasajeros de cinco vagones recolocados en los dos vagones
de ordinary, proseguimos nuestro lento y oscilante camino.
Para no aburrirnos, poco después el tren comenzó a
aminorar la marcha, más si cabe, hasta detenerse en medio de la nada. Un tren
que venía en sentido contrario había descarrillado! Solo hay una vía para las
dos direcciones y nuestro tren no puede avanzar, no sabemos que pasa por que no
entendemos lo que dice el revisor, pero el coleguita de la chupa nos resume; hay
que bajar lo antes posible. La gente empezó a lanzar sus cosas por la ventana,
así va todo más rápido.
Una vez bajo empezamos a andar, cargando con tus
pertenencias, por en medio de las vías y campos de trigo hasta el otro lado del
tren descarrilado para esperar a que vengan a recogernos … menos mal que habían
segado un pequeño camino para poder pisar. En ese momento comprobamos que los
abueletes y abueletas son iguales en todo el mundo, siempre se quieren colar.
Vagón descarrilado |
Entre los pasajeros había policías y militares que
transportaban baúles enormes y armas, se las pasan de unas manos a otras como
si fuera un balón. Toma! qué va pallá!!!
Al cabo de pocos minutos, vimos como se acerca la
locomotora que venía a rescatarnos, solo traía un vagón y salían algunas
cabezas por sus ventanas. De 5 vagones habíamos pasado a 2, ahora solo hay 1 y
viene con gente! la probabilidad de ir cómodos se reduce considerablemente. Vale,
solo queda meter el codo para que esa abuelilla listilla no se cuele y conseguir
entrar de los primeros.
Mientras tanto, del nuevo vagón empezaron a lanzar
travesaños por la ventana otra vez, no sabemos que perra les ha dado!!! Conseguimos
asientos para los tres, como era de esperar, el vagón está a reventar y hay
gente de pie. Los militares seguían subiendo y bajando armas con poco
miramiento, en el recorrido que hacían desde la ventana al suelo nos apuntaban
a todo el vagón. Daba bastante miedo ver que las trataban como sacos de
patatas, queremos pensar que iban descargadas, aun así se nos cortaba la
respiración cada vez que nos apuntaban.
A nuestro lado, un hombre cambiaba sobres de correo
de una valija a otra, se me ocurrió hacerle una foto. Cuando se giró y me pilló
haciéndola, un rotundo “NO” salió de su boca y me cagué encima. Luego se quitó
la chaquetilla y comprobamos, por sus galones, que era un militar de alto
rango. Aquí vimos el respeto o miedo que le tiene la gente a los militares; el
tren estaba hasta arriba, pero cuando él llegó al vagón no hizo falta que
dijera nada, se levantaron para cederle el asiento.
Un buen rato de espera después (a estas alturas llevábamos
5 horas de retraso), con todos arriba, los bártulos recolocados y nuestro amigo
con la chaqueta de borrego puesta (venga a sudar y venga a decir el calor que hacía), parece
que ya era el momento de emprender la marcha hacía el viaducto, pero todavía
quedaban más sorpresas.
Amigo sudoroso |
El tren que había venido a recogernos, ahora tenía
que empujar el vagón en dirección contraria, no quedaba otra que ir marcha
atrás. Como hemos explicado antes, solo hay una vía y es imposible cambiar la
locomotora de sentido
Un hombre iba enganchado en la parte delantera del
vagón, agitaba una bandera verde para indicar al maquinista durante el
trayecto, éste, sacaba la cabeza por la ventana para seguir las indicaciones. De
esta guisa, atravesamos el viaducto de Gokteik; es muy impresionante por la
altura, y las condiciones nefastas del tren te hacen dudar de la seguridad de
este trayecto, si encima le sumamos la cantidad de personas que vamos hacinadas
dentro de un vagón y que vamos marcha atrás, se convierte en la aventura más
arriesgada de todo nuestro viaje. No, nunca vamos a olvidar esta vivencia. Es impresionante
y merece mucho la pena!.
Nuestro maquinista sacando la cabeza para ver las indicaciones |
Cuando ya empezaba a anochecer llegamos a la
siguiente estación, paramos para cambiar de sentido la locomotora. Versus y
Amparo se bajaron a estirar las piernas, de repente el tren arrancó y gritaban
que subieran todos! Amparo salió corriendo y saltando para engancharse al vagón
en marcha perdió una sandalia, menos mal que Versus venía por detrás y pudo
recuperarla.
Totalmente de noche, cuando creíamos que ya iríamos
directamente a Pyin Oo Lwin, todavía quedaba una última parada; nos hicieron
cambiar otra vez de tren. Entre tanto cambio, como nos vieron extranjeros nos
dijeron que pasáramos a los vagones de upper, estábamos hasta los h… nos
hicimos los despistados y subimos al vagón. Un revisor, que iba borrachísimo, nos
pilló y entre risas y balbuceos nos dijo que nos quedáramos.
Enfrente de nosotros, estaban sentados 4 hombres
vestidos con uniforme de la empresa ferroviaria, no hacían mas que beber whisky
a pelo de una petaca de cristal, cuando se la terminaron la tiraron por la
ventana. Uno de ellos intentó levantarse, pero llevaba tal pedo que no
consiguió dar ni un solo paso, se tuvo que volver a sentar y se durmió.
El vagón tenía tanta mierda por dentro que había hasta
ratones corriendo entre nuestras piernas, vimos un par de ratoncillos pero
luego pasó una señora rata, estabamos mejor en ordinary... Para conseguir ese grado de suciedad hay
que poner mucho empeño, no vale con dejarlo y ya está, hay que esforzarse para
que toda esa mugre se quede fija, es algo difícil de explicar. Intentando no tocar
ni apoyarte demasiado y con las piernas en alto, recorrimos las últimas 3 horas
del viaje. Llegamos, por fin, a las 23:15 h. Lo que iba a ser un trayecto de 6 horas y media, acabó siendo de 14 horas. Fue una paliza, pero la
verdad que estuvo muy entretenido.
¿Cómo
llegar? El recorrido del tren es Mandalay – Pyin Oo Lwin – Viaducto de
Gokteik – Hsipaw.
Lo normal es ir en autobús desde Mandalay hasta
Pyin Oo Lwin o Hsipaw, y desde allí coger el tren hasta el otro punto. Nosotros
optamos por ir en autobús hasta Hsipaw, coger el tren en dirección Mandalay
pero bajando en Pyin Oo Lwin. Puedes hacer todo el trayecto en tren y obviar el
autobús pero tiene una duración oficial de unas 13 horas, teniendo en cuenta
que siempre se retrasa, lo normal es que se convierta en 16 horas ó 20 horas ó
3 días… es innecesario.
GASTOS EN EL VIADUCTO DE GOKTEIK (siempre hablamos
de dos personas):
Transporte: 3.900 MMK
Comida+agua: 2.400 MMK
Total: 6.300 MMK –
4,85€ por 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario